Hace tiempo que no escribía en modo reflexivo-¿poético?. El caso es que me apetecía hacerlo hace varios días pero no encontraba el momento o el estado de silencio continuado necesario. Espero lo disfrutes.
Lo que la culpa se llevó
Siempre fuiste mi fiel compañera,
pues era importante que me protegieras.
Con lazos sutiles e invisibles envolvías mi vida entera.
Y yo dejándote hacer y deshacer,
pues eras mi compañera.
Con el crecer que trae la vida,
empecé a no valorar tu compañía;
y es que ya no quería sufrir,
ni cosas que me robaran la alegría.
Pronto empezaría a ver
tu verdadero rostro culpa mía,
conocerte para comprenderte
sería lo que me salvaría.
Y es que aunque buscas proteger,
hablas de cosas que no son mías,
sino que son aprendidas
de los maestros de mi vida.
La lección que me muestras
es para que yo me decida,
pues elegir me libera
de tu presencia en mi vida.
Paso a paso comprendería
todo lo que por ti perdía,
descubriendo las creencias
que doblegarme querían.
Y al ser madre yo un buen día
tú cambiaste tu compañía,
volviéndote más presente
y más dañina todavía.
Tú intentando volver
y yo recordándo lo que perdía:
mis valores, mi tiempo, mi vida
y el disfrute de una chiquilla.
Y es que la culpa se quiere llevar
lo que querría tener en mi vida:
la calma, la esencia y la autenticidad
en el transcurso de mis días.
Otras cosas perdería
si te marchas culpa mía,
el veneno y la toxicidad
de quienes desean controlar mi vida.
Pues la verdadera libertad
es lo que tu robas cada día,
llenándome de criticas,
o insistencias
con los tendrías y deberías.
Y es que al bien y al mal
no los separa
ninguna línea,
que la vida es de colores
belleza y alegría.
Y si elegir es lo que dicta el
portarme bien o mal;
definiré unas nuevas reglas,
con las que poder jugar.
Con las que ser una niña buena
sea hacer lo opuesto a lo que dices
por más que te vaya a pesar.
Pues la seguridad y protección que ofreces,
suele dejarme olvidada mil veces.
Te recuerdo querida culpa,
lo que tu presencia se llevó ayer:
mis sonrisas y mis ganas;
mis miradas y palabras;
mis minutos y semanas;
mis deseos y esperanzas,
mis encuentros y soledades;
mis amores y llantares…
Como comprenderás culpa mía;
después de tantas cosas perdidas,
te abrazo bien fuerte hoy
en lo que será tu despedida;
pues escojo descubrir
cómo seré y viviré
si te pierdo yo a ti.
PD: Te leo en comentarios. ¿Qué es lo que más culpa te causa?¿Qué se lleva tu culpa?
Gracias,
Sabina Serrano
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Me ha encantado. No había caído en que la culpa parece proteger y por eso la usamos. Muchas gracias.
Me alegro mucho de que te haya gustado Elena. 🙂